LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL SISTEMA DE SHAOLIN
Indispensable para un practicante de la tradición Shaolin.
1. "Un estudiante debe practicar sin interrupción"
La única manera de llegar a ser un experto en Kung Fu, es practicando cada día, horas y más horas; con sacrificio y con el pleno convencimiento de llegar a ser un buen maestro. En la actualidad aún permanece una historia, muy conocida entre los boxeadores chinos, que demuestra el poder que adquiere el hombre, que entrena continuamente...
Un joven chino deseaba emular las grandes proezas de los boxeadores chinos, por lo que marchó hacia el monasterio de Shao Lin YI para aprender el Boxeo de dicho monasterio. Después de su llegada y de cumplir con los requisitos previos, fue recibido en audiencia por un maestro, al que le explicó sus "deseos" marciales, "golpear" paredes, "saltar", romper maderas, coger flechas en el 'aire', etc. Las usuales proezas del hombre, que desea ejecutar a quien aún no ha descubierto la "verdad" de las artes marciales.
Después de haber oído al joven, el maestro permaneció en silencio meditando hasta que preguntó si estaba seguro de lo que quería y le explicó que se lo pensara bien. El tenía la obligación moral de advertirle de que la verdad no está en el poder sino en el saber.
El maestro le dio un ejemplo, sobre sus palabras; el ejemplo del búfalo en la tienda de porcelanas. El joven con grandes ansias de aprender boxeo, no prestó atención al ejemplo que hablaba del búfalo y de la tienda de cerámicas; y contestó al maestro, que él deseaba aprender el arte.
El maestro explicó de nuevo al joven, que todo lo que pretendía no era posible aprenderlo en una vida, por lo que el joven le contestó, que él se conformaba con aprender solamente alguna técnica ya que desde luego no disponía de mucho tiempo. De nuevo el maestro le rogó que meditara sobre el búfalo y la tienda de cerámicas, dándole a entender que él se podía convertir en el búfalo y el mundo en la tienda de cerámicas. Pero el joven insistió de nuevo en aprender lo que deseaba. Ante este nuevo deseo, el maestro le encomendó un trabajo, como prueba de humildad, para ver si era digno de atravesar la puerta del monasterio.
El trabajo consistía en romper con las manos desnudas un papel grueso y duro, convirtiéndolo en una bola, volverlo liso y emparejarlo durante doce horas diarias. Este trabajo lo realizó durante tres años.
El tercer año se presentó el maestro y este le dijo que su entrenamiento ya estaba terminado y que ya se podía marchar.
El joven asombrado le contestó que él no entendía nada. ¿Cómo era posible que tres años de instrucción no sirvieran para demostrar que era lo suficiente digno para recibir instrucción? ¿De qué le habían servido aquellos tres años? El maestro le respondió: tú querías poder, ya lo tienes, vete" El joven se sintió desilusionado y pensó que había perdido tres años de su vida, por lo que regresó a su casa deprimido. Se sentía engañado por su maestro y no guardaba, desde luego, muy buenos sentimientos hacia él.
Llegó a su casa aquel día y la misma noche su hermano menor se estaba bañando. Al ruego de su hermano, de que le frotara la espalda, él se la comenzó a frotar,; pero de pronto se asusto al ver como la piel de su hermano se iba cortando, por donde él pasaba la palma de su mano...
2. "El boxeo debe ser usado solamente para la defensa personal"
Durante la historia del boxeo chino hubieron boxeadores que fueron unos pendencieros, perteneciendo incluso a bandas de salteadores; pero esta vida arriesgada le costo la vida a más de uno de ellos. El verdadero maestro de Kung Fu sera aquel que utilizara los conocimientos para su vida, sin necesidad de tener que utilizarlos contra algún ser viviente. Esta es la historia, de un maestro de Kung Fu que nunca utilizó su arte.
Hace muchos siglos, en la vieja China, vivía el Rey Suan de los Chou, un hombre muy interesado en el arte de la guerra. Un día oyó hablar del gran maestro "Po-Kung-I, del que decían que era muy fuerte. Como el rey era también muy fuerte y la gente no lo sabía, decidió que deseaba enfrentarse con Po-Kun-1 para demostrar sus potentes facultades. Después de buscarlo durante mucho tiempo, un día finalmente lo encontró, Po Kung-I era un hombre que tenía el aspecto de ser débil, por lo que el rey le preguntó que dónde guardaba su fuerza.
Po-Kung-1, tímidamente (ya que estaba delante del rey), le respondió:
- "Yo puedo romper la pata de un saltamontes, de los que aparecen en primavera y resistir en las alas de una cigarra de otoño". El rey le contestó:
- "Yo soy capaz de romper la piel de un rinoceronte y estoy orgulloso de mi proeza: ¿cómo tú puedes ser tan célebre.
Po-Kung-1, ante la pregunta del rey, contestó: - 'Yo aprendí de Tze-Shang Chi'ni cuya fuerza estaba sin pareja en todo el mundo, pero todos ignoraban su capacidad porque nunca la utilizó delante de ellos"
3. " 'Cortesía y prudencia deben ser mostradas a todos los maestros y a los antiguos alumnos"
Un proverbio chino dice: "Los varones prudentes siempre tienen más ventajas que los audaces".
Un maestro en la escuela, es como el padre de familia. Había que tener mucho respeto al maestro y a los antiguos alumnos, ya que éstos aprendían desde hacia muchos años con el maestro, y habían pasado también por muchas horas de sacrificios y sudores. Cuando un alumno no cumplía las reglas de la escuela, podía ser expulsado e incluso apedreado por sus miembros.
4. "Un estudiante debe ser siempre bondadoso, honesto y amigo de todos sus compañeros".
A veces, ocurre, en el Kwoon, que un boxeador tiene antipatía a un compañero, porque es mejor que él. Por esta razón no le habla o le critica. Es importante eliminar esta ansia y egoísmo de pretender ser el mejor de la clase y darse cuenta de que la verdad del arte marcial no está en vencer a los demás, sino a uno mismo. Eliminar estos sentimientos de superioridad, de querer ser el mejor, y llegar a ser bondadoso, honesto y amigo de todos, aunque cueste, es la victoria más grande que se pueda ganar en la vida. Hay una historia que demuestra la relación que debe de haber entre los practicantes de Kung Fu.
Habían dos boxeadores llamados Li y Chen, los cuales desde niños, habían practicado juntos y gracias a sus aficiones por el boxeo llegaron a ser muy buenos amigos. Un día decidieron juntar sus brazos y se colocaron una marca en señal de hermandad. Así, siempre serían hermanos, pasara lo que pasara.
Por motivos familiares se tuvieron que separar y no se volvieron a ver. El tiempo pasó y ya eran adultos, pero cada uno había tomado un camino de vida diferente. Li era un famoso comisario de policía, un hombre honrado y valiente y muy conocido por su destreza en el boxeo; y Chen había seguido un camino de vicio, de juego, pero en recuerdo de los días en que estaba con Li, seguía practicando el boxeo con firmeza.
Un día Li fue llamado a una ciudad para detener a una banda de traficantes y de gansters que habían montado un casino ilegal. Le llevó al casino solo, peleó contra toda la banda de gansters a los que venció. Sólo faltaba ya entrar en la oficina del jefe de la banda y detenerlo. Cuando Li entró en la oficina se encontró con que el jefe de la banda era su hermano "Chen,". Ambos movidos por sus respectivas obligaciones pelearon durante horas.
Finalmente Chen venció a Li, pero cuando vio a su antiguo camarada en el suelo, lloró, se arrodilló y lo abrazó. Cuando Li se repuso. Chen se entregó a la justicia.
5. "En viaje un boxeador debe refrenarse de mostrar sus técnicas a la gente, aún a costa de tener que rechazar un reto"
Chueh Yuan creó esta regla, debido a que los monjes acostumbraban a pelear cuando salían de viaje, y las técnicas no podían salir del monasterio bajo ninguna forma. Si un monje peleaba delante de la gente, podía haber algún boxeador entre el público, que sólo con observarlo, pudiera comprender las técnicas que utilizaba, pasándolas a aplicar posteriormente para otros fines.
La historia que viene a continuación, trata sobre un monje que decidió salir a boxear fuera del monasterio y la experiencia no fue, desde luego, muy agradable.
Hace ya muchos años, vivía cerca del lago Ching-Hai, un joven monje, muy serio, del que se decía que era el mejor maestro de Kung Fu de todas las épocas.
El estaba muy satisfecho de su buena reputación, a causa de su rara habilidad en el boxeo; pero los otros monjes le abrían los ojos diciéndole que esta facultad especial suya, no tenía que ocupar su mente y que habían cosas más importantes que hacer en la vida. El monje comprendió lo que le habían dicho sus compañeros y volvió a estudiar los libros y todo lo que podía sobre las religiones y filosofías de China.
Hacia el otoño, se convocó una gran competición de boxeo en "Sagan Ushu" cerca del monasterio, y el joven deseoso de probar su técnica en una competición pública, pidió permiso para participar en ella: Como los monjes la autorización, él marchó hacia el lugar de la cita.
Salió del monasterio por la mañana y llegó hacia el anochecer a la competición. Habían llegado numerosos monjes, ermitaños, guerreros, gentes de toda China, que habían llegado también con el fin de ganar el campeonato su monasterio, que decían que el "yo" "interno" era más importante, que el "externo", para el hombre deseoso de mantener su espíritu.
El monje participo en la competición y venció a todos los demás contrincantes, por lo que fue considerado el "mayor maestro" de Kung Fu de toda China, pero al monje, aún con la victoria, aquel ambiente no le agradaba y como empezaba a sentir la falta de su cuarto y de sus compañeros del monasterio, empacó sus pertenencias y marcho hacia su casa.
Durante el regreso, el monje se encontró con un guerrero; dicho guerrero lo reconoció como el campeón y lo reto a luchar con él. Después de varias horas de combate, el monje venció al guerrero, pero ya había anochecido y además de estar muy cansado ya era tarde para reemprender el viaje hacia el monasterio, por lo que decidió dormir junto con recodo del camino.
A la mañana siguiente, el monje se despertó con la salida del sol y emprendió de nuevo el camino hacia el monasterio. Después de unas horas de viaje, llegó a un cruce de cambios, por donde llegaban también otros viajantes. Estos lo reconocieron como el campeón y lo invitaron a almorzar con ellos.
Al finalizar la comida, le dijeron que deseaban que compitiera con uno de ellos. El monje no sabía que decir y pronto tuvo ante él, a un alto boxeador dispuesto a pelear por la fama, media hora duró el boxeador ante la técnica del joven monje. Mientras otros viajeros habían arribado al cruce y observaron la pelea.
El monje fue a buscar sus cosas para partir, cuando de pronto uno de los recién llegados viajantes le atacó por sorpresa, por lo que el monje se tuvo que batir de nuevo. Mientras se peleaba se acordó del monasterio, del ambiente agradable de su cuarto, de los arroyos de agua fresca, de sus compañeros, etc. Al Perder la atención por un momento, fue golpeado por su contrario, pero se levanto y atacó de nuevo, venciendo a su oponente.
Cuando se agachó para coger de nuevo su equipaje, lo volvieron a desafiar, y en aquel momento comprendió, que aquello iba a continuar siempre así; fuera donde fuera, peleará con quien peleará, siempre habría alguien que lo desafiaría. Recordó entonces las enseñanzas.
Con todo su orgullo, su sabiduría en el boxeo, "todo un gran maestro", se enfrentó al nuevo rival; ejecutó técnicas maravillosas, pero finalmente, se dejó ganar. Perdió porque no quería seguir siendo un gran "campeón de Kung Fu"; se dio cuenta de que había encontrado el camino de su vida en la meditación y en el estudio, Aprendió la habilidad con una derrota, la habilidad de convertir su "yo", en algo grande. Aún estaba capacitado para defenderse si alguna vez se encontraba con algún peligro, pero ahora estarían orgullosas de saber otras cosas, además de saber "boxear".
6. "Un boxeador nunca debe ser agresivo"
El verdadero maestro de Kung Fu, deberá tener un gran control de si mismo y evitará en todo momento las peleas, nunca buscando primero un enfrentamiento. Para ilustrar esta regla, relataré otra historia, una historia muy especial, que trata de un maestro de Kung Fu, cuyo lema era la violencia, pero que a través de un anciano comprendió su error...
El maestro vivía en un pequeño pueblo de China, en el que era muy conocido por su maestría en el boxeo y en las armas. En su juventud había sido un malvado ya que sólo disfrutaba cuando se peleaba con todos y golpeaba, pero al maestro no le deseaba ningún mal, simplemente lo compadecían.
El maestro era un hombre muy aficionado a los peligros y a la caza: por lo que un día decidió matar al oso negro que corría por los alrededores del pueblo y que causaba estragos entre la población.
Penetró en la gruta del oso negro, diciendo a la gente del pueblo que una vez que él hubiera entrado, cerrará la entrada con una gran piedra.
Todos estaban en silencio, pero al cabo de unos minutos oyeron unos gruñidos. Pasado un rato apartaron la piedra de la gruta y apareció el maestro arrastrando al oso muerto.
Pero esta proeza que había realizado, no cambió su comportamiento con la gente, ya que los siguió igualmente avasallando.
Un día iba el maestro por la calle, cuando un anciano lo paró y le dijo: - "Mira, tú eres un maestro muy diestro, pero maltratas a las gentes del pueblo; pero.... ¿Por qué no los proteges de los tres monstruos?" El maestro, extrañado, preguntó cuáles eran los tres monstruos.
El anciano le explicó que había un enorme tigre rondando por el pueblo, que ya se había comido a varios hombres.
A la mañana siguiente, el maestro preparó sus armas y salió en busca del tigre. Después de una larga búsqueda, encontró al tigre y se lanzó sobre él; y con fuertes golpes de cuchillo mató al animal.
Regresó al pueblo y le dijo al anciano: - "Ya he matado al tigre, ¿Cuál es el siguiente monstruo?". El anciano le explicó que había una gran serpiente que acostumbraba a colocarse debajo del puente del río, para atacar a los viajantes.
El maestro marchó hacia el río con tres flechas y con su potente arco. Se aposentó sobre una roca y pacientemente esperó la aparición de la serpiente. Cuando ésta salió del agua, él lanzó las tres flechas a la vez.
Las tres flechas dieron, cada una, en una parte vital de la serpiente, que se hundió para siempre en las aguas del río.
Cuando el maestro le preguntó al anciano, cuál era el tercer monstruo, éste le respondió: - "Tú eres el tercer monstruo".
El maestro se puso furioso y levantó su fuerte brazo para golpear a aquel pequeño hombre. El anciano al ver su gesto, le habló cariñosamente y le explicó: - 'Tú me puedes quitar la vida, pero todo seguirá igual, seguirás siendo el tercer monstruo; tú golpeas y aterrorizas a los habitantes del pueblo, les robas su dinero y siempre te comportas mal".
El maestro bajó su brazo y se marchó. Había comprendido lo que el anciano le había dicho y estuvo toda la noche pensando. Al día siguiente empaquetó unas pocas cosas como equipaje y se retiró a la montaña. Al cabo de tres meses regresó al pueblo, y la gente se sorprendió cuando vieron que era diferente, que sus modales eran los de un hombre cortés y que se comportaba con amabilidad con todo aquel que se cruzaba.
7. "El vino y la carne deben ser probados con prudencia".
Esta regla, habría que verla bajo dos puntos, ya que en primer lugar el vino y la carne deberían ser más prohibidos por el hecho de ser budistas, que bajo el punto pugilístico.
El vino utilizado para "englobar" a todas las bebidas alcohólicas, es fácil comprender, que no es una bebida antinatural. La bebida natural para el hombre sería el agua y los zumos de frutas obtenidos directamente por exprimición.
Desde un punto de vista más actual y no budista, si un boxeador bebe vino, debe beberlo con las dos manos y antes de beber debe dejar caer unas gotas para honrar a los antepasados.
Cuando se haya bebido el alcohol se evitará por todos medios de que el aire fresco entre en contacto con nuestro cuerpo.
Para resumir y bajo mi punto de vista, hay que intentar por todos los medios, beber la menor cantidad posible de alcohol, quizá un vaso de vino bebido a sorbos puede ser excelente junto con las carnes y los pescado. Cualquier otro alcohol (I cerveza no es muy peyorativa, pero no recomendable para aquellos que quieran tener unos abdominales de hierro) y fuera de las comidas es innecesario.
Con respecto a las carnes y a las comidas y para los no budistas, es importante un desayuno y cena ligeros. Son importantes las verduras frescas, la fruta fresca, las legumbres, los jugos de fruta frescos, la leche, el pollo y los huevos. La carne del cerdo en embutidos no es muy recomendable.
Es importante que las comidas tengan unos horarios regulares, y que no falte a ninguna comida. Si por alguna razón importante se falta a una comida, lo que no se debe de hacer es intentar comer el doble a la siguiente.
Con respecto a las comidas picantes, también es importante evitarlas. Siempre me acordaré de un libro de boxeo inglés que leí hace varios años y que me sorprendió porque recomendaba a los boxeadores que "no comieran picantes" ya que afectaban de diversas maneras al cuerpo.
8. "El deseo sexual no debe ser permitido" (En el sexo se debe ser prudente) Esta regla también hay que sopesarla desde una visión budista (o sacerdotal) y una visión actual.
Desde el punto de vista budista, se puede explicar sencillamente con la siguiente historia:
Caminaban dos monjes por la orilla del río, cuando de pronto oyeron el grito de una mujer pidiendo socorro. Los dos monjes corrieron rápidamente y de pronto se percataron de que la mujer se estaba ahogando. Uno de ellos se lanzó al agua y recogió a la mujer y la depositó en la orilla. Después de dejarla en el suelo, continuó caminando.
Después de un buen rato de camino, el otro monje le dijo con respeto "Sabes que nos está prohibido acercamos a una mujer y menos tocarla".
En contestación a la reprimenda de su compañero, el monje que había salvado a la mujer, le contestó:-"Yo la saqué del agua, la dejé en la orilla y continué caminando a la vez que la olvidaba, pero tú todavía la tienes en tu mente".
Las actitudes del maestro del Kung Fu respecto al sexo, son diversas. Lo más correcto para el hombre que desea llegar a ser algo en las artes de la guerra, sería que se casara y llevara una vida equilibrada de matrimonio; de hecho muchos de los grandes maestros de Kung Fu se casaron. Confucio el gran sabio chino, cuyos dichos y enseñanzas han estado en la boca de los chinos durante miles de años, como prueba de su inteligencia, explicó sobre el tema del sexo y del combate:
"Un caballero cuida tres cosas: En su juventud, cuando su sangre es fuerte, es cauteloso con el sexo. Cuando es adulto y su sangre es madura, es cauteloso a trabar peleas. Cuando es viejo y su sangre se debilita, es cauteloso con el dinero" (Un hombre joven ama a las mujeres; un hombre de mediana edad ama la lucha; y un hombre viejo ama el dinero).
A un maestro de kung Fu le tendieron una trampa, en casa de unos amigos. Esta es la pequeña historia que podrá dar algunas ideas más sobre este apartado:
El maestro estaba casado y tenía una hija pequeña. El adoraba a su mujer y a su hijita y no le gustaba tener que dejarlas, pero una noche fue invitado por un amigo suyo a una cena.
Cesaron todos los comensales y cuando el anfitrión dio por terminada la cena, se había procurado darles a todos mucha comida para que se "llenaran bien" y todos se retiraron a descansar a sus correspondientes habitaciones.
Para probar la integridad del maestro, el anfitrión y sus amigos, enviaron al cuarto de dicho maestro a una concubina para que lo "acompañara" durante aquella noche. El maestro, que aún no estaba dentro de la cama, se había quedado sentado leyendo un libro y al ver entrar a la muchacha no hizo el menor caso. Ella se sentó sobre sus rodillas, pero el maestro continuó leyendo. A la mañana siguiente todos los comensales de la anterior cena fueron a "despertar" al maestro, pero cuando abrieron la puerta del cuarto, el maestro todavía estaba leyendo y aún tenía a la muchacha sentada sobre sus rodillas.
El practicante de la escuela interna, deberá guardar abstinencia sexual, incluso hasta más de 100 días, para poder conseguir dominar ciertas técnicas internas.
El estilo Hang I Chuan de origen taoísta, como la mayoría de estilos internos, da gran importancia al "semen", al que relaciona con la mente y con otras partes del cuerpo, por lo que es muy importante el "control" de la sexualidad.
9. "No es aconsejable enseñar este tipo de lucha a cualquier persona no budista, puesto que es peligroso se le puede transmitir sólo a la persona gentil y generosa".
Siempre se ha oído la expresión de que "los maestros de Kung Fu nunca enseñan todo lo que saben". Siempre se pensaba que los maestros se guardaban alguna técnica y no la enseñaban hasta antes de su muerte o morían con ella. Pues esto es verdad, muchos estilos de Kung Fu han desaparecido, porque los maestros no encontraron a nadie que fuera lo suficiente "digno" en "comportamiento" y en "bondad" para poder pasarle su estilo.
Otros maestros, y para que el estilo no desapareciera, lo enseñaron antes de su muerte, pero dividido en varias partes y enseñaron a cada uno de sus más fieles alumnos una de estas partes. Así si el maestro moría, él ya habría enseñado el arte, y sus alumnos ya se encargarían de enseñarse el grupo que les faltara por aprender, entre ellos. De este modo eliminaba, el posible peligro de que por habérselo enseñado "todo" a un alumno, después le hubiera quitado la vida.
Ng. Muy, el famoso personaje del Monasterio de Shao-Lin - Chi, al que ya cité, en el capítulo histórico varias veces (y según la leyenda del estilo Hap-Gar, Kung Fu), enseño su estilo "Lama Kung Fu" dividido en cuatro partes, "Bai-Hok", "Law-Horn", "Ta Mo", y "Wei-To", a cuatro alumnos "Kup-Duk" "Gai-Bai", "Ling-One", y "Fan-Tiu".
En el estilo Wing Chun Kuen, el maestro Yip Man, no enseño su estilo completo hasta que se encontró cerca de la muerte. Entonces llamó a uno de sus alumnos más recientes, a "Leung-Ting", y le enseño a puerta cerrada, las partes "secretas del estilo", las series, movimientos o técnicas superiores, que sólo pasan a los encargados de dirigir y continuar la obra del anterior maestro. Actualmente el Sifu Leung Ting es el encargado de la escuela Wing Chun en Hong Kong y de sus delegaciones por Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y otras partes del mundo.
Pero una nueva historia sobre este tema, va a ser narrada para mostrar el porqué de esta regla:
Había una vez un maestro de Kung Fu, que ya se sentía viejo y veía que no iba a durar mucho tiempo más. Para que su técnica no pasara al olvido, decidió enseñársela a alguno de sus alumnos.
Tenía dos alumnos muy avanzados Hua y Li, bajo su tutela, que eran los candidatos para aprender el arte. Como ya era tradición sólo deseaba pasar el arte a uno de ellos. Hua, uno de sus alumnos era un hombre de gran corazón, bondadoso y humilde, pero que no era muy inteligente para adaptar las técnicas del estilo. Li, el otro alumno era un boxeador excepcional pero no era tan bueno como persona, sino que deseaba aprender o "averiguar" por todos los medios, las técnicas que le faltaban para conocer todo el estilo completo.
Mientras el maestro sopesaba a cuál de los dos enseñaría el estilo completo, Li que se había enmascarado para sorprenderlo, lo atacaba para poder observar las técnicas, que su maestro utilizaría para defenderse de él.
Lucharon bravamente durante unos minutos; el maestro, bloqueaba los rápidos ataques de su oponente enmascarado, pero de pronto advirtió que aquel boxeador enmascarado no podía ser otro más que Li, en busca de nuevas "técnicas". El maestro pensó, que si su alumno deseaba "averiguar" nuevas técnicas, él como maestro se las tenía que dar.
En una rápida maniobra, el maestro le lanzó un golpe especial con sus dos dedos a la nariz del enmascarado. Li cayó al suelo muerto.
Por esta razón sólo se ha de enseñar el boxeo chino a personas gentiles y bondadosas.
10. "Un boxeador tiene que ser inmune a la agresividad, a la codicia y a la vanagloria"
La vanagloria, de ser el mejor y poder demostrarlo, es algo que hay que extirpar, para llegar a ser un buen maestro de Kung Fu. Esta última regla, quedará explicada por la siguiente narración:
Había un campesino muy pobre llamado Li-Ne-Jam, que venía de la provincia de Hopei. Acostumbraba a trabajar muy duro en la tierra de su fines para poder vivir. Un día oyó hablar de los hermanos Tai-Ling-Pang y Tai-Lung Pai, dos expertos en Kung Fu y como él también era un experto, les fue a ver.
Después de la exhibición de los dos hermanos, él no quedó impresionado ya que él mismo era mejor que ellos dos, pero no se jactó de su arte superior.
Cuando Li-Ne-Jam tenía 47 años, ya era un total experto maestro en el arte del boxeo chino, pero él seguía trabajando en su tierra pacíficamente.
Un día un hombre fuerte, mucho más alto y corpulento que él, lo agarró por detrás para demostrarle su potencia. Pronto el hombre se vio volar por los aires, y cuando "aterrizó", muy sorprendido, le preguntó a Li-Ne-Jam, cómo lo hizo por lo que le respondió simplemente y con sencillez: "Es solamente una pequeña técnica".