Entendemos por tradición la transmisión de todos aquellos valores y actitudes que hicieron grandes y honorables las antiguas civilizaciones.
Si bien es cierto que los valores de la civilización actual no siempre coinciden con los valores de los antiguos, también lo es que la carencia de los mismos en ciertos sectores hace que se pierdan con facilidad las directrices que nos permitan experimentar la realización individual.
La finalidad en la práctica de un Arte no ha de ser necesariamente la de la utilidad. El auténtico arte ha de servir para el deleite del propio espíritu. Saber lo que buscamos nos ayudará a entender lo que vayamos encontrando; y es en la tradición, y en los valores antiguos, donde encontraremos el alimento y la fuerza que nos permitirá evolucionar y seguir adelante, ya que es en el pasado donde hecha sus raíces el presente y será en estas raíces donde encontraremos las referencias y los ecos que nos permitirán aprovechar las experiencias de aquellos que nos precedieron, no tan sólo para no cometer sus errores, sino para llegar más lejos y dejar constancia de nuestra experiencia, de nuestro arte. Para que futuras generaciones beban de nuestra fuente, como nosotros lo hicimos de los que nos han precedido.
TRADICIÓN EN LAS ARTES MARCIALES
Cuando el objetivo a alcanzar está decidido, no son cuestionables los valores y actitudes a seguir. No existen senderos para llegar al profundo conocimiento, todo a de pasar por el interior de nosotros mismos, y para ello hay que disciplinar el propio espíritu, empezando por lo que conocemos de una forma visible, el propio cuerpo. Es pues a través de la disciplina de entrenamiento y de los rituales por donde nos serán revelados los valores que perseguimos, que a fin de cuentas siempre han estado ocultos en nuestro interior.
El objetivo en la práctica de un Arte Marcial no está únicamente en superar el dominio de la técnica, también lo está en conocerse más a sí mismo y ampliar así las propias capacidades.
Todo hombre busca su propio camino animado por una idea que es su impulso y la fuente de sus energías, trata de dar forma a algo, que no siempre llega a entender. Pero oculto en sus movimientos está la fuente de la verdad, algo que se le escapa constantemente de entre las manos, y que no pueden llegar a palpar. Si volviera la vista atrás encontraría a otros que vivieron momentos semejantes a los suyos. De sus experiencias conseguirían las respuestas a sus anhelos. Éste es el secreto de la tradición: la celosía con que son guardados los valores de aquellos que en su día encontraron un camino a sus deseos. Un camino, que por sí solo no tiene más valor que cualquier otro, porque hay que andarlo, y es en este andar donde todo se va sucediendo, donde cada cosa, cada detalle adquiere la forma del propio arte, tu arte.
Comprender el espíritu del arte es comprender el alma que lo alimenta y da forma a sus ideas. Pero todo ello, no es posible, si no conocemos el pensamiento original que dio lugar a la tradición.
El aspecto exterior de la tradición (moral, social, educativa...) es importante conocerlo, para no deformar el camino que tratamos de seguir. Pero el carácter más profundo, se define, en respuesta al deber inherente de nuestra naturaleza interior. La ley de acción ligada a la propia casta únicamente la fidelidad al deber interior, nos permitirá, la realización espiritual y la superación de la efímera condición humana. Para un guerrero, ningún ideal es más elevado que llegar de manera espontánea a un combate justo. Quien con él muere tiene una puerta abierta al camino del cielo.
A partir del siglo XII los grandes guerreros se retiran a los monasterios, atienden en la serenidad y en la meditación, sus últimos días en la tierra. Meditan sobre sus vidas o experiencias anteriores, atienden a la espiritualidad más allá del bien y del mal, la relación con los monjes se estrecha hasta el punto que crea los preceptos que le guiarán en su vía.
Se consagran a la práctica de las artes, a los códigos caballerescos aplican formalidades protocolarias, hasta un refinamiento tal que reclama una búsqueda constante y largos estudios. Es el camino del guerrero; el ideograma que refleja su actitud, muestra una ruta, la cabeza de un maestro, los pies de otro hombre, es el que lo abandona todo para seguir las enseñanzas del maestro.
Encontrar la vía de la lealtad y honorabilidad, indica el celo con el cual se está dispuesto a perfeccionar el propio espíritu. La actitud, que evita pensar en el propio interés. El sentir y vivir las cosas sin la mediación del pensamiento, el deseo de retirarse a un lugar tranquilo, para estar en armonía con las cosas simples y humildes. La alegría serena del recogimiento interior, del reencuentro con lo sencillo y natural. La clara conciencia de lo que es justo, y lo que es vergonzoso, sea hacia el cielo o hacia uno mismo.
El justo equilibrio entre cultivar su sensibilidad espiritual, y el entrenamiento guerrero.
Su técnica, la más suprema, es la que vendrá de mano de los dioses. El Hombre, para los antiguos guerreros, procede de los dioses, lo que da cierta espiritualidad a todo lo que hace; es el alma, el contenido del sentir, la emoción que tiene de las cosas, lo que le hace participar con el ritmo sagrado de todo lo que es natural.
El Ideograma chino antiguo Shen, significa el origen, lo que da lugar a las 10.000 cosas, lo que es impenetrable en su manifestación. No es una divinidad del cielo o un dios terrestre, pero sí puede tener el espíritu de una planta o de una piedra. Quien conforma su vida a la herencia espiritual de sus ancestros puede, por la pureza del ritual, encontrar en su corazón la herencia de su origen, del mensaje divino. Se abrirá a la sinceridad inherente,, a su propia espontaneidad, y no tendrá necesidad de codificar su conducta, su sinceridad profunda estará en armonía con el corazón de los dioses.
Únicamente un alma purificada puede entrar en contacto con estos poderes divinos y adquirir sus virtudes inherentes.
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
Es obvio considerar que al practicar un arte de otra cultura, diferente a la nuestra, muchos términos se nos presentan confusos y distintos según los círculos en que nos movemos. Utilizar las mismas palabras pero con conceptos tal vez distintos, hacen que la comunicación entre nosotros sea ardua y difícil.
Es por ello, por lo que estudiando los orígenes de los ideogramas antiguos que conforman los grandes conceptos que manejamos dentro de la jerga de las artes marciales, apreciamos una serie de características imprescindibles a considerar para entender las actitudes y los mensajes que nos legaron los grandes Maestros.